“Cuando cante el gallo.” La devoción al Señor Preso y las Lágrimas de San Pedro.
- La Pasión Villera
- 7 abr 2020
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“Cuando cante el gallo me habrás negado tres veces” (Mt 26,34). Estas fueron las palabras que Nuestro Señor le anuncia a su apóstol, Pedro, en su Última Cena.
Pedro se ofende, reniega de esa profecía. Pero el miedo, tan humano como él mismo, entra en su corazón, y llegado el momento lo dice: “No sé de qué estás hablando” (Mt 26,70), para finalmente recordar las palabras de Jesús mientras el gallo canta, “llorando amargamente” (Mt 26, 75).

Por todos los cristianos Pedro es el elegido de Nuestro Señor para continuar su obra, - “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18) – y por tanto todos aquellos que han continuado esta labor son seguidores de Pedro, son el testimonio de la continuidad de aquel gran paso que se afianzó con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo: los sacerdotes.
Por eso San Pedro será venerado por los clérigos a lo largo de la historia y esto entronca directamente con el origen de la devoción al Señor Preso y las Lágrimas de San Pedro en la Villa de La Orotava.
Tendríamos que irnos hasta 1665, momento en que se registra un encargo al maestro D. Diego Díaz de Armas de una capilla y retablo bajo el coro de la antigua iglesia matriz, destinada a enterramiento de los hermanos de la Confraternidad de la Concepción, y en fechas inmediatas se cambia la dedicación de dicha capilla para ser espacio de sepultura de los clérigos que conformaban la Confraternidad de San Pedro.

El dato más antiguo documentalmente hablando data de 1670 con lo que podríamos aventurarnos a pensar que la conformación de esta devoción, o al menos su consolidación se habría dado en esos cinco años de margen (1665-1670).
Sin embargo el primer listado de hermanos está fechado en 1688, donde figuran tanto clérigos como hombres y mujeres. Esto es, una confraternidad mixta. Al menos en este tiempo.

En 1696 se redactan unas nuevas reglas al verse obligados a refundar por “haber perdido el libro I de la Cofradía”.
¿Qué requisitos debías cumplir para entrar a formar parte de la Hermandad?
El primer año, debías aportar un candelón de tres cuartos de cera blanca, el Martes Santo siguiente al año de ingreso aportarías un real y el resto de años la voluntad “conforme a la devoción”.
Todo esto si habías contado previamente con ocho avales que dieran fe de tu compromiso cristiano. Avales que debían ser clérigos puesto que la hermandad solo se conformaba por estos.
Pero existía también sección de cofradía, donde todos los fieles que lo desearan podrían sumarse. Cada Martes Santo, recoge la regla, era menester colocar “en una mesa el libro para que todo aquel que lo desee se apunte por cofrade, aportando la limosna que quisieran” [1]
La confraternidad permanecerá activa, al menos hasta 1755, año en que se registra un permiso del Obispo a D. José Llarena, clérigo de menores para pedir limosna a fin de sufragar los gastos del culto.

Como bien hemos citado más arriba, el año de fundación ha de rondar las décadas de la segunda mitad del siglo XVII, momento en el cual también se encargarán las imágenes devocionales del Señor Preso y el San Pedro a D. Francisco Alonso de la Raya, estando ubicados en aquel retablo en la capilla de clérigos.
Y se apoya en este artículo la hipótesis que defiende que ambas tallas son del mismo autor, si bien no siempre se ha considerado así, por las similitudes técnicas existentes entre ambos, especialmente en los trabajos estéticos de las barbas. Quizá la duda se siembra más fuertemente a raíz de la remodelación que realiza Fernando Estévez a la talla del San Pedro en 1820 lo cual cambia sustancialmente parte de su fisonomía, lo justo para que el parecido estético con el Señor Preso genere controversia. [2]
En cuanto al ajuar del Cristo solo ha llegado a nuestros días una túnica bordada en oro

sobre terciopelo encarnado del siglo XVIII. También en los inventarios se recogen datos sobre “un solio de plata sobredorada”. Hasta los años ochenta el Cristo procesionaba con solio, aunque desde el principio tenía el sistema tanto para él como para potencias. Una vez se recupera el uso de las segundas fueron empleadas las del Stmo. Cristo de la Misericordia hasta que en el año 2008 se realizan las actuales en los Talleres Maroto de Madrid.

El San Pedro, por su parte, conserva un traje antiguo realizado en el siglo XIX con un manto de la Inmaculada de seda azul y labores en plata del siglo XVIII, así como un manto de terciopelo encarnado con galón de plata falso, ambos conservados en los depósitos del museo de arte sacro.
Cada Martes Santo, y desde el origen de esta devoción así ha sido, sale el Señor Preso junto con San Pedro, en basas independientes, también como fue costumbre desde antaño, aunque ahora con recorrido distinto. Ya no baja hasta la calle Viera, ni tampoco le esperan los presos asomados a la calle para verle pasar, pidiendo probablemente por su libertad a Aquel que en las mismas se ve envuelto. El Señor de los Grillos, como se le dio en llamar durante muchos años ya no conserva aquellos grilletes de madera plateada que sujetaban sus pies, robados en algún momento de su historia.

Tampoco tiene ya confraternidad, ni hermandad, ni cofradía. Ahora pasea en mayor soledad, el Señor parece que se encuentra más solo, más negado, más olvidado ante un mundo como el que nos rodea. Y el San Pedro quizá llore, ya no por negarle, sino por las negaciones que tantas veces nosotros hemos hecho hacia Él. Pero, ¿ya habrá cantado el gallo en nuestros corazones?

Natalia Álvarez Hernández.
"Guía-Intérprete de Patrimonio"
Museo Arte Sacro " el Tesoro de la Concepción "
*Fotografías Archivo Tesoro Concepción y Pasión Villera*
[1] AHPCO: Libro de la Cofradía de San Pedro. [2] AA.VV. El Tesoro “Catálogo del Museo Sacro de la Parroquia de Ntra.Sra. de la Concepción de La Orotava”. Dirección General de Patrimonio Cultural (2017)
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