Jesús Nazareno y su cortejo en La Orotava
- La Pasión Villera
- 10 abr 2020
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La devoción a Jesús Nazareno fue muy recurrente en los conventos y parroquias de la isla. Podríamos decir que en su totalidad, estas imágenes se remiten a una misma iconografía: Cristo camina con la cruz al hombro hasta el Calvario para ser crucificado. En algunos casos, como La Orotava, Garachico o Puerto de la Cruz, ayuda a cargar la cruz la figura de Simón de Cirene, un personaje que según relata los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, fue escogido por los soldados romanos para ayudar a Jesús ante su falta de fuerza por el peso de la cruz. La iconografía en la isla lo ha representado en la parte trasera del madero. Mientras Jesús carga con en la parte en la que se cruza el stipes y el patibulum, Simón de Cirene lo hace en la zona baja de este último, siempre tras la figura de Cristo para quedar en un segundo plano.

En La Orotava tenemos refierencias muy tempranas del culto a este momento de la Pasión, ya que desde las escrituras de fundación del convento dominico de San Benito, realizadas por la familia Mesa, dejaban constancia de su preferencia por una imagen de Jesús Nazareno para presidir su retablo de la capilla mayor. A pesar de que la escritura de patronato se había realizado desde finales del siglo XVI cuando se fundó el convento, no sería hasta 1622 cuando el hermano más joven de los tres que iniciaron el patronato se aúna esfuerzos para concluir las obras de la capilla mayor y encargar a Cristóbal de Guadix un retablo para ella. El documento continúa con el nombramiento de los titulares, que serán tanto Jesús Nazareno como Nuestra Señora de los Dolores[1], devociones que serían de una importancia histórica en la piedad popular en la Villa de la Orotava hasta nuestros días. Una vez acabada la capilla, los patronos se obligaban a que, después de pasados cinco años de que estuviese perfeccionada, se colocará allí el retablo que albergara las imágenes a las que estaba dedicada, además de un sagrario en el centro con un tabernáculo en la parte superior y sobre este, en el nicho central, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores que ya estaba en el templo anteriormente a la obra. La idea continuaba con la colocación de, a un lado, una imagen de San Juan Evangelista y al otro, la de Santa María Magdalena, y encima de la hornacina de la Virgen, otro nicho en el que se colocaría la talla de un Cristo con la Cruz a cuestas, además de abrir nuevos nichos para colocar las devociones de los patronos, según haya espacio[2].

La promesa de Diego de Mesa se debió de cumplir, porque ya hay datos documentales de que en 1633 y 1634 se hacía el Viernes Santo la procesión de los nazarenos en Santo Domingo que partía del convento[3]. Cuando en el siglo XVIII, como veremos más adelante, se sustituye esta imagen por otra de nueva factura, es adquirida por la parroquia de Santa Úrsula Mártir del municipio del mismo nombre. Y es que, al enterarse de que esta talla quedó fuera de culto, el párroco de Santa Úrsula, José Antonio

de Arroyo, lo solicita, y se ha conservado hasta nuestros días en este templo donde recibe culto[4]. Otra prueba documental más es que en el testamento de Juan Jovel de Carminatis, otorgado en 1680, se hace referencia a una donación de dos reales a la imagen de Jesús Nazareno[5], por lo que con total seguridad, la imagen estaba ya en el templo en esa fecha.
El siglo XVIII trajo consigo renovación en el cortejo del Encuentro en el convento de San Benito. El que llevó a cabo el impulso de este cortejo fue José de Montenegro, escribano público, el que, siendo mayordomo de la cofradía del Nazareno, encarga una nueva imagen en torno a 1756 al escultor José Rodríguez de la Oliva, quien había realizado años antes la talla de la Virgen de Dolores, sustituyendo la anterior donada por los Mesa que, como mencionamos anteriormente, fue solicitada por el párroco de Santa Úrsula[6].
La conservada en la actualidad sigue los esquemas propios del escultor lagunero, con rostro sereno, fina talla en la barba y sin tanto dramatismo en los borbotones de sangre, algo propio de la escultura de esta época, más cercana a los ideales clásicos. Es comparable con la
talla homónima que perteneció al convento de San Juan Bautista y del Espíritu Santo, de la orden agustina, en Realejo Bajo. Esta obra, tras la desamortización, pasó a formar parte del patrimonio de la parroquia de la Concepción, hasta que en 1978 un incendio la haría desaparecer para siempre. Ambos simulacros fueron intervenidos por Nicolás Perdigón. Al menos a la obra realejera le sustituyó el pelo natural por un cabello tallado, algo que no sería descartable en el caso de la de La Orotava. Aun así, las facciones de su rostro, el tratamiento de la barba, los ojos y la boca entreabierta son elementos comunes entre ambas obras, lo que nos llevaría a atribuirlas al mismo escultor.

Pero no solo renovó la imagen del Señor, sino que encarga dos obras más para la cofradía, como son el Cirineo, que acompaña al Nazareno y le ayuda a cargar la cruz, y la Virgen de Dolores[7]. En este caso, sospechamos que ambas tallas pertenecen también al escultor lagunero, más patente, quizás, en la Virgen, la cual, a pesar de las intervenciones sufridas, recuerda a las homónimas de Realejo Bajo y Güímar, atribuidas también a Rodríguez de la Oliva.

Montenegro también renovó piezas del ornato y culto del Nazareno. La más importante es la cruz de carey embutida en nácar con remates de filigrana de plata que el propio mayordomo costea, con la condición de que se debe conservar en su casa y no en el convento, llevándose a la iglesia cuando se preparara la imagen para la procesión[8].

A mediados del siglo XIX, transcurridas ya unas décadas desde la clausura del convento, para dar de nuevo un impulso a la procesión en la mañana del Viernes Santo, Cayetano Fuentes restaura las imágenes de San Juan Evangelista, la Magdalena y la Verónica, de las que no existían más que las cabezas y algunas manos en muy mal estado[9]. Del San Juan Evangelista tenemos más datos, ya que fue reaprovechada la escultura de San Pedro Mártir de Verona, conservada en el convento hasta su desamortización[10].

Pablo Hernández Abreu
Licenciado en Historia del Arte
*Fotografías Pasión Villera, prohibida su reproducción sin autorización*
[1] Guadalupe Gómez Gómez: Iglesia y antiguo convento de Santo Domingo (La Orotava). Tesis Doctoral. San Cristóbal de La Laguna: Universidad de La Laguna, 1963, p. 11. [2] Gómez Gómez [1963], pp. 11-12. [3] Archivo Histórico Provincial de Tenerife: Fondo Rodríguez Mesa, legajo 62, sin clasificar. [4] Jesús Rodríguez Bravo: «Arte y Perpetuidad: José de Montenegro y la capilla de Ánimas del convento de San Benito de La Orotava», Revista de Historia Canaria, 197, p. 204. [5] AHPT: FRM, Legajo 62, sin clasificar. [6] Rodríguez Bravo [2015]: 204. [7] Rodríguez Bravo [2015]: 207. [8] Rodríguez Bravo [2015]: 208. [9] Juan Alejandro Lorenzo Lima: : «El escultor Cayetano Fuentes y Acosta: su obra en la Semana Santa del siglo XIX», Programa de Semana Santa, La Orotava, 2001, p. 13. [10] Adolfo R. Padrón Rodríguez: «La escultura religiosa en La Orotava entre los siglos XVI y XIX», SVMMA STVDIORUM SCVULPTORICAE, 2019.
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