Recuerdos del inicio de una andadura. Año 1976
- La Pasión Villera
- 5 abr 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 6 abr 2020

Fallece don Leandro Medina Pérez, y es nombrado párroco de la Concepción D. Jacinto Barrios Acosta.
Con su llegada a la Villa se abre una nueva etapa y comienza muy lentamente un proceso de recuperación de algunas tradiciones religiosas que, si bien no habían desaparecido, estaban aletargadas o dejadas a su suerte. Otras ya llevaban varios años sin celebrarse (algunas más de 10 años) y podemos citar varias como eran la procesión del Corazón de Jesús, la visita de enfermos al hospital de la Santísima Trinidad, la procesión del Burrito, la procesión del Señor del Huerto, la Adoración Nocturna, etc.,. Es esta última una de las primeras en echar a andar en el verano de 1977 con la Celebración de La Fiesta de las Espigas, que actúa, como revitalizador de la parroquia ya que se unen Mayores y Jóvenes; entre los jóvenes algunos éramos monaguillos y miembros de Hermandades y otros llegaban por curiosidad y ganas de participar en estas tradiciones que no conocían. También, se veían por la parroquia a algunas jóvenes que empezaron a encargarse de la catequesis, con nuevas ideas y organización aportándolas al aire fresco traído por don Jacinto.
Entre los más jóvenes de la Adoración Nocturna se crean lazos de amistad y compañerismo que se complementaban con ser compañeros de curso en colegios e institutos. Tres de estos jóvenes son encargados por el párroco para llevar el grupo infantil de la Adoración Nocturna es decir “Los Tarsicios” .

Allí nos encaminamos y nos atendió don Carlos Genovés (conserje del Hospital) quien nos abrió la Iglesia y allí en su hornacina estaba el Señor del Huerto al que ya ni se le colocaba en la basa cuando llegaba la Semana Santa. Los dos pensamos lo mismo. ¡HAY QUE RECUPERAR ESTA PROCESIÓN! De allí salimos con la ilusión de que algún día lo lograríamos.
Empezamos a movernos y a consultar con algunas personas de nuestra confianza, muchas de ellas las teníamos como ejemplo y referencia. Decir que a la mayoría le gustó la idea, pero también nos lo ponían muy negro, y pocos, apostaban por el éxito. Una noche en la puerta de la iglesia de San Agustín, un buen amigo nos dijo:”mucho cuidado con sacar la procesión un año para luego dejarla en la iglesia al año siguiente, si se comprometen que sea para hacer las cosas bien”, este amigo no era otro que Máximo Hdez. García., para nosotros Máximo Castro.
Ya por esta época se había unido al grupo uno de los monaguillos más jóvenes, procedente de la parroquia de La Concepción y también de los Tarsicios . Empezaba en el mundo de la carpintería y junto con su tío Ezequiel daba sus primeros pasos en el mundo de la imaginería, me refiero a José Luis de León Torres.
Seguidamente contactamos con las personas que nos tenían que dar permiso y el visto bueno para seguir adelante.Nos entrevistamos con don Jacinto, que nos dio su apoyo y nos facilitó el camino, luego con la superiora de las Hijas de la Caridad del Hospital y con los Padres Paúles que regentaban la Iglesia de San Francisco a quienes les pareció bien la idea. En estas gestiones ya se había unido a nosotros José Antonio Báez Martín que era nuestro nexo de unión con el pasado ya que como Sacristán de Santo Domingo y colaborador también con los PP Paúles en San Francisco había vivido la última procesión, la de 1969 en la que debido a la escasez de cargadores, al llegar a la esquina del Ayuntamiento con la calle de la Carrera se cortó el recorrido y se decidió regresar a San francisco sin completar el trayecto procesional.

A principios de 1979 y habiendo contactado ya con otras personas que compartían la misma inquietud, como eran los empleados del Hospital y el grupo de amigos de don Domingo Ponce, don Jerónimo Hernández Jorge y algunas otros había que empezar a preparar el trabajo previo y ver con qué contábamos.
Una Mañana del mes de enero quedamos con la Superiora para hacer recuento y allí empezamos a buscar y a encontrar cosas: la basa estaba en el garaje bajo la antigua Casa de Socorro, en muy mal estado, con un montón de mobiliario sanitario en desuso encima, la tarima de cartón piedra y madera inservible, los tres apóstoles en los armarios de la sacristía donde apenas cabían, en lo bajo de algunos altares sobrevivieron ,de milagro, los 6 grandes fanales de cristal con sus bases y herrajes, aparecieron también las horquillas y la vieja mesa o burra, de dos piezas, que apenas se tenía de pie.
En cuanto a la parte textil de ropas: el traje y capa del señor, las cuelgas y demás sí que estaban en un estado de conservación bastante aceptable.
El grupo de los cuatro, es decir, José A. Báez Martin, José Luis De León, Víctor Mesa y un servidor, vivimos uno de los momentos más importantes y emotivos con todo lo que íbamos encontrando, pero el culmen llegó con la localización del Ángel de Señor del Huerto. Los cuatro habíamos leído la publicación de don Alfonso Trujillo (“EL San Francisco de la Orotava”) donde habla de la existencia de esta pequeña imagen, y nos habíamos propuesto devolverlo al conjunto procesional si los encontrábamos, ya que nadie había visto esta pequeña escultura, todo el mundo conocía el Ángel de los talleres de Olot y nos decían que

ese era el auténtico y que no existía otro; Dios y mucha ayuda nos costó convencerlos.
Nuestra búsqueda después de mucho revolver en todos los rincones de la iglesia y anexos, dio sus frutos, gracias a una Hermana de la Caridad que mirando la foto que aparecía en la publicación de don Alfonso nos dijo “a mí me parece que en el armario grande que hay en lo alto en la subida de la escalera yo he visto un ÁNGEL que se parece a ese”. Y allí tapado con una sábana estaba el maravilloso Ángel que prácticamente nadie conocía y que no sabíamos cuándo fue sustituido.Ya teníamos todo lo necesario para poder hacer la procesión, ahora empezaba el trabajo de adecentar y preparar todo lo que el tiempo había dañado.
Víctor Mesa se dedica a la parte más burocrática y organizativa, José Antonio Báez, debido a su trabajo y disponer de menos tiempo, se ocupa de las relaciones con los P.P. Paúles y el párroco de la Concepción y finalmente, José Luis de León y yo nos ocupamos de subir la basa a un rincón del garaje de servicio del hospital, y bajo el control de Asdrúbal Toste, vamos limpiando, lijando, empastando y reparando las maderas y elementos de carpintería para luego barnizarla.
José Luis De León se encarga , junto con su tío Ezequiel De León de ajustar el Ángel a la columna y de dar unos retoques en los desperfectos de la imágenes, Teresita (Q.E.P.D.) se encargó de las ropas, junto con alguna Hermana de la Caridad que le ayudaban.
Especial importancia tuvo Amparo Glez. Glez. (Q.E.P.D.) empleada del Hospital y mujer entusiasta que logró entre sus amistades y conocidos, recaudar una buena cantidad de donativos que iban contribuyendo a financiar los gastos de la primera procesión. También, en este capítulo cabe destacar que muchos empleados del Hospital al cobrar la nómina del mes aportaron un buen donativo.
Se terminan de preparar todos los enseres, se contrata la Banda de Cornetas y Tambores de San Juan y la Agrupación Musical Orotava, dándonos facilidades para pagarles en varios plazos (cosa que no fue necesaria). En Graficas Echeyde se hacen unos carteles y un programa de mano, estos se distribuyen por todo el pueblo, colocándolos hasta en las capillas de las cruces; la expectación iba creciendo y ya se rumoreaba por el pueblo el comentario “ este año vuelve a salir el Huerto” y siempre nos decían “ ustedes son unos atrevidos” y ¿creen que tendrán gente para sacarlo”.
La semana anterior al domingo de Ramos, se montó el trono con las imágenes y se decide

cambiar el enrame, ya que hasta ese momento, la basa no llevaba jarras sino se adornaba con pequeñas ramas de olivo incrustadas por toda la madera. Se colocan las jarras de las que se disponía en la iglesia y es Ezequiel De León y José Luis de León quienes dan la Idea de colocar una Rama De Olivo grande a la derecha del Cristo. Para buscarla nos dirigimos a uno de los pocos sitios donde había uno, y que era en la Finca de la Casa Azul, y de allí salió la primera Rama de Olivo para nuestro Cristo, y que crea la forma que se ha seguido hasta la actualidad para embellecer el trono.
Al fin, ya es Domingo de Ramos, y con una Iglesia de San Francisco llena de fieles tiene lugar la celebración de la Eucaristía. Todo era expectación y nervios en aquellos muchachos, ilusionados y contentos del paso que habían dado. Terminada la Misa, sale la procesión y este que escribe vivió uno de sus momentos más grandes en nuestra Semana Santa, y es que después de todo el esfuerzo y trabajo realizado, salir cargando el Señor del Huerto, junto a José Luis de León hombro con Hombro en los varales traseros, con Víctor Mesa (Q.E.P.D.) dirigiendo y coordinando la Procesión y José Antonio Báez como Celador del trono, era un premio más que extraordin

ario para todo el grupo que se había implicado y de una forma especial para nosotros cuatro.
La asistencia de fieles a la procesión fue importantísima, con entrada y sermón en la parroquia de la Concepción y regreso a San Francisco. Resultó un completo éxito como hasta ese momento no habíamos vivido, y menos aún imaginado.
Como recuerdo, añado que esa noche, una vez que se recogió todo, se procedió a colaborar en la salida hacia el Realejo de Abajo de la Imágenes de San Juan Evangelista y el Cristo Crucificado que se cedieron para los cultos allí, ya que en noviembre anterior la parroquia de la Concepción había sufrido un pavoroso incendio que la destruyó casi en su totalidad.
Seguro que me he olvidado de muchas personas, aquí solo menciono al equipo que se echó sobre sus hombros la responsabilidad, aunque todo fue labor de muchos colaboradores

Domingo Hernández Hernández. Celador del Trono del Señor del Huerto
*Fotografías Pasión Villera y Archivo de Domingo Hdez.*
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