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Una aproximación a la procesión de la Conversión de la Magdalena de La Orotava.

  • Foto del escritor: La Pasión Villera
    La Pasión Villera
  • 5 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Silla del Señor Predicador (detalle)

Durante la segunda mitad del seiscientos se ponen en práctica los postulados surgidos de La Contrarreforma. En este nuevo tiempo marcado por la defensa del catolicismo, pasajes y personajes asociados a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo que toman nuevo protagonismo en los cultos y en la vida religiosa. Pues ellos, testigos de la entrega del Mesías, son renovado ejemplo para las diferentes capas que componían la sociedad del Antiguo Régimen. Ahora algunos de los habituales pasajes representados cambian y así, tienen más protagonismo los pasajes de arrepentimiento y conversión, son buen ejemplo de ello las representaciones de san Pedro arrepentido o la conversión de la Magdalena.


La figura de María Magdalena toma un nuevo carácter, al asociarse con la mujer adúltera

Magdalena. Siglo XIX. José Luján Pérez.

que se redime de su banal vida de manos de Cristo. Ella, es asumida por protectora de la Orden de Predicadores, dominicos, pues es la primera persona en anunciar, predicar, la Resurrección. Por otro lado, el pasaje de la Conversión de la Magdalena junto a Cristo Predicador, se relaciona igualmente con la orden y con las tres unciones recibidas por Cristo antes de su muerte. Es ésta una de las razones por lo que su procesión es una de las inaugurales de la semana grande y la primera en los cortejos procesionales de la María Magdalena. La santa se mantiene como uno de los personajes principales no solo en la Via Dolorosa, Calvario y sepultura sino de igual manera en la Resurrección.


En Canarias la plástica escultórica barroca, asociada a las procesiones, plantea una composición donde Cristo, sentado, en acción de predicar, bendice a la santa mujer arrodillada a sus pies, enjugando con perfumes y lagrimas sus pies. Desde los años cincuenta del seiscientos encontramos las primeras representaciones escultóricas del pasaje, no siempre asociadas a la orden dominica. Así sucede en Icod de los Vinos donde Gonzalo Báez y su madre María Magdalena de Évora, traen de Sevilla el misterio para su capilla del claustro del convento franciscano del lugar. Llegado en los años cincuenta son obras salidas de las gubias del flamenco José de Arce (Flandes, c. 1607- Sevilla, 1666). De su impacto en el ideario de la Semana Santa dan buen ejemplo el paso similar de la cercana Garachico establecido en el convento dominico de San Sebastián. Es en los años sesenta del S. XVII cuando las condiciones económicas y sociales permiten la aparición de nuevas fundaciones o funciones religiosas que transforman la celebración de la Semana Santa en los postulados del Barroco, donde lo sensorial se pone de relieve con el fin de conmover los corazones de los devotos. Los dominicos de la Villa y Puerto entronizan el pasaje de la Conversión de la Magdalena en 1662, imagen del Cristo que aún sobrevive en el convento de monjas Concepcionistas de la misma población. Tres años después se establece similar función en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Realejo Bajo de manos de la familia Fernández de Lugo y dos años más tarde se realiza la imagen de la Villa de La Orotava para el convento dominico del lugar. En Las Palmas de Gran Canaria se establece en 1668, en la Parroquia de Los Remedios de La Laguna en 1672 y diez años después en Santa Cruz de Tenerife.



En 1667 firma en el torso Blas García Ravelo (1618 - 1680) la escultura del Cristo Predicador de la Villa de La Orotava, para recibir culto en el convento dominico de San Benito en la capilla de El Ángel de la Guarda, San Luis Beltrán y la Magdalena, que desde 1668 pasó a manos de la familia Román. García Ravelo debió de realizar ambas imágenes que completaban el paso de la Conversión de la Magdalena, un punto, este, no aclarado por la historiografía. La imagen sigue las pautas de la escuela sevillana llegada Canaria de manos del Martín de Andújar Cantos (Albacete, 1602 - Guatemala, 1680) quien en los años treinta del seiscientos abre taller en Garachico donde coge, entre otros aprendices, a Blas García Ravelo y a Francisco Alonso de la Raya, sus más reconocidos discípulos. Autores que continuaron en las Islas Canarias los modelos escultóricos de Juan Martínez Montañés (+ Sevilla, 1649), salvando las evidentes destrezas con la gubia, que los diferencian. Blas García se establece en La Orotava en 1648 cuando contrae matrimonio con María Francisca de Amorín, en la parroquial de Ntra. Sra. de la Concepción.


Santísimo Cristo Predicador. 1667.Blas García Ravelo.

Es en la Villa donde desarrolla gran parte de su obra, junto al menos una estancia documentada en Gran Canaria, 1652, isla donde se pueden identificar algunas obras salidas de los discípulos de Andújar. Su oficio no solo incluía la labor escultórica sino la retablistica y el dorado, así lo demuestra en la realización del retablo mayor del convento de monjas dominicas de La Orotava. Blas García se muestra en el tallado del Cristo como un autor maduro, seguro en el manejo de la herramienta, de las proporciones y composición de rostro y cabellos. Se muestra, pese al cierto aire de arcacismo que presenta tanto su obra como la de De la Raya, como un autor capaz de acercarse a la realidad de cada escena. El modelado de la cabeza, de la barba o la división en mechones de la cabellera dan prueba de su capacidad e intento de plasmar con naturalidad el ideal de belleza del Mesías. Sus rostros más carnosos, tendentes a lo redondo, en la composición, lo diferencian de los rostros de Cristo planteados por su contemporáneo Francisco Alonso de la Raya. Es apreciable si compramos la obra ahora estudiada y la homónima de la Villa de Garachico. La obra de ambos autores merecen una revisión de sus catálogos.


Durante el Siglo XVIII la Conversión de la Magdalena sigue formando parte del programa

Trono original del Señor Predicador

habitual de las procesiones, en una semana, que sigue sumando cortejos que van llenando los huecos de un calendario establecido en el seiscientos. Durante este siglo el grupo procesional se enriquece con unas nuevas andas procesionales, de rico tallado y planta mixtilínea, que se completa con el rico sillón de brazos en el que sigue procesionando. A día de hoy, el trono permanece separado del Cristo y su sillón. El mismo sigue los nuevos modelos propuestos para andas procesionales creados por el maestro francés establecido en la isla Guillermo Beraud (Villa de Raffard, c. 1700 - Realejo bajo, 1752). Este autor renueva el panorama de la retablistica y de este tipo de objetos cultuales a su llegada a Tenerife en los años veinte del setecientos. De manera paralela la vestimenta de la imagen se renueva con túnicas de terciopelo enriquecidas de elaborados bordados en hilos de oro. La túnica procesional que aún viste al Cristo es obra salida de la aristócrata del lugar Columba de Franchi presentada en 1790. Ese proceso de renovación del cortejo se completaría con el cambio de la imagen de la Magdalena fundacional por otra de nueva creación salida de las gubias del escultor canario José Luján Pérez (Gran Canaria, 1756 - 1815).

La túnica procesional fue realizada por la aristócrata orotavense Columba de Franchi en 1790

La procesión de la Conversión de la Magdalena, ahora conocida como la del Señor Predicador, salió desde el convento dominico de San Benito hasta avanzado el siglo XIX en que las leyes desamortizadoras del convulso siglo XIX acabaron con la vida de gran parte de los monasterios del país. Muchas celebraciones se perdieron, pasaron a otros templos o mermaron en un siglo donde la inestabilidad política y económica acaba con la perdida de Cuba en los últimos años del siglo. En este contexto, las celebraciones religiosas de la Pasión, Muerte y Resurrección se minimizan. En el caso de la procesión que nos ocupa pasa al templo de Nuestra Señora de la Concepción, no solo las imágenes, sino su retablo, actual de la Virgen de la Candelaria. Desde este lugar la procesión de la Conversión de la Magdalena ha seguido saliendo el Domingo de Ramos hasta la actualidad, formado parte del imaginario de los habitantes de La Orotava que ya no podrían entender la Semana Santa sin ella.


Germán F. Rodríguez Cabrera.

Ldo. en Historia del Arte.

Miembro del IECAN.

*Fotografías Pasión Villera*

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